A Fabio.
In Memoriam.
(Piso 12. Mis pies
bien firmes en la cornisa. Cierro los ojos (te cuento esto tal y como lo viví,
el último día de mi vida) y cuando los abro, ¡chan! una pequeña multitud ya se
había arremolinado bajo mis pies, literalmente. El viento juguetón agita como
si nada mi bata de dormir y mi cabello. ¡Debo parecer una auténtica loca! Oigo
los gritos de la gente abajo: ‘’¡Bájese, señora!’’, ‘’ ¡No te tires!’’. No digo
nada. Miro al cielo. No sé cuándo ni cómo aparece mi madre por la ventana.
Tiene tanto maquillaje siempre que me causa impresión verla. Mamá me recuerda a
un payaso decadente.
‘’ ¡Hija! ¿Qué
haces ahí? ¡Te vas a caer!’’. Así empezó mamá un monólogo que logró marearme
más que la altura. ‘’Hija mía, si lo que tú quieres es la muerte, yo te digo
que escojas la vida o al menos otra forma de morir porque si te resbalas, caes sobre
ese Maverick, que es más viejo que tu papá.
Me aturde mamá,
pero creo que siempre lo ha hecho. La miro, no quiero saber qué tiene para
contarme, pero no me deja ni responder. Del nerviosismo, agito un pie en el
vacío. La gente grita y obviamente mamá también. Una mano huesuda agarra a mamá
del hombro y la quita de la ventana y aparece el padre Colmenares, con ese
acento español tan fuerte de siempre.
‘’Dulce oveja del
rebaño de Dios’’, comienza. ‘’ ¡Oh no, viene con discurso zoofílico’’ pienso y
abro mucho más los ojos. ‘’Cuando Dios, a través de Moisés dijo: ‘’No matarás’’,
también implícitamente daba a entender ‘’No te auto-matarás’’… Hija mía, estoy
aquí para pedirte que no saltes al vacío, sino a lo lleno. La vida es una sola
y es genial, a pesar de la inseguridad’’. Me auto-pregunto ‘’¿qué es esto? ¿un
castigo por todos los años que no fui a misa de 8 los domingos?’’. El padre
Colmenares agita sus huesudas manitos y creo que hubiera seguido en su discurso
sino hubiera sido por Blanca, que aparece risueña y feliz (raro, dadas las
circunstancias) en la ventana. ‘’Amiga, no sé a qué se deba todo esto, pero
espero que sea solo locura pasajera porque yo, sin ti no podría vivir’’. El
aspecto risueño de mi mejor amiga se desvanece y da paso a un quejido lastimero
que deviene en llano entrecortado acompañado de lágrimas negras de rímel.
‘’Zara…toda la vida, pero toda, te he amado y no con locura, por aquello del
qué dirán, sino en el closet. Mi closet. No te tires, te lo repito. Yo no
quiero quedarme sin ti. Recuerdo que tragué grueso y me pegué a la pared, pero
di un paso a mi izquierda, para alejarme de la ventana. Lo que me faltaba,
pues, mi mejor amiga está in love with me!
‘’He ocultado mi
amor todo este tiempo porque…’’, ¡Dios, entre mi mamá, el cura y esta otra me
van a volver loca!’’. Cierro los ojos y me tapo los oídos, pero se cuela el
sonido de una sirena. La gente abajo grita de a ratos todavía. Abro los ojos.
‘’ ¡Psst, señorita!’’. Veo a un tipo en la ventana. Quiero decirle que no soy
señorita, pero no me salen las palabras. ‘’Vengo en son de paz. Soy el
Inspector Juárez, como Benito, el mexicano este famoso. Vengo a decirle que la
vida es buena, que para todo lo demás existe MasterCard, además, una mujer como
Ud. tan fina no debería saltar porque va a perder todo el glamour y cuando vaya
cayendo le van a ver la ropa interior, y mire, es de mal gusto eso. Porque una cosa es verlo uno como hombre en
una Playboy y otra muy diferente en un cuerpo caído en la acera. Yo sé lo que
le digo’’. Cierro los ojos y a los lejos sigo oyendo al hombrecito monologando.
Cuando abro los ojos, enfrente de mí está mi hija, que me habla, pero no la
oigo, no la entiendo. Extiendo los brazos hacia ella y de repente pierdo el
equilibrio. (Sé que esto pasó porque me despegué de la pared). Caigo. Así de
simple).
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