Ambos esperan en la esquina al
taxi que lo llevará a él al aeropuerto. ‘’¡Este viaje inesperado!’’, exclama la
chica y en su voz puede notarse todo su disgusto. ‘’¿No podían mandar a otro?
¿Por qué a ti justamente?’’ y frunce el ceño. Él, acostumbrado a sus quejas y
explosiones de carácter, sonríe con benevolencia. La atrae hacia sí y la besa:
primero en la mejilla izquierda, luego en la derecha y por último en la boca.
Ella le devuelve ese último beso, con algo de resistencia. Es, sin embargo, una
rutina conocida por ambos: ella se molesta por algo, banal o no, explota en
quejas y berrinches impropios ya para su edad, y él solo la besa, como si con
ese beso calmara a una fiera. Siempre funciona. A veces los besos vienen
seguidos de abrazos. Él la esconde entre sus brazos, la aprisiona, la deja sin
aliento. Ella se deja vencer. A final de cuentas, él siempre gana. Siempre.
El taxi llega. La muchacha se
acomoda en el asiento de atrás, justo en el medio, mientras el chofer acomoda
las maletas, bajo la lánguida supervisión del muchacho. Después de unos
minutos, entra también al taxi. Pasa su brazo derecho por el hombro de la chica
y ella se amolda en el espacio entre el pecho y el hombro. Él acaricia su
cabello de a ratos. Sus manos permanecen entrelazadas, cómodas, relajadas.
El chofer los observa por el
espejo retrovisor con disimulo. Siempre le han disgustado las parejitas de
enamorados que parecen estarlo más de la cuenta. Se besan y abrazan como si no
hubiera tiempo para quererse, sino solo enfrente de todos, a la vista de todos.
Detestable.
En algún punto del recorrido, el
chico pregunta:
-‘’¿Vas a incluir a alguien más en la lista de invitados?’’
-‘’No. No quiero. Es más dinero.
Preferiría usarlo para nuestra luna de miel’’
- ‘’¿Falta algo aún?’’
- ‘’¡Falta todo! ¡Y justo ahora
te vas y me dejas sola con todo!’’
- ‘’¿Y qué es todo?. Lo más
importante lo tenemos ya listo’’.
-‘’Entregar las tarjetas y
escoger la decoración del salón y de la iglesia, la música, en qué mesas irán
los invitados, etc. ¡Son muchas cosas!’’.
La muchacha se separa por
instantes del abrazo y lo mira con una nueva furia entre infantil y tierna. Él
la observa y la besa en la frente. ‘’Te odio’’, dice entre dientes. ‘’Tanto
como yo te amo a ti’’, le responde el muchacho. Ambos se miran, sonríen y se
besan. El chofer los observa de nuevo por el espejo, al tiempo que piensa:
‘’¡Qué cantidad de estupideces tengo que escuchar de este par!’’.
Al llegar al aeropuerto, la
pareja desciende, tomada de la mano. No faltan entre ambos más abrazos ni más
besos. ‘’Espere aquí’’ le ordena la chica al taxista, quien se apoya de mala
gana en el auto, cruzado de brazos.
Caminan despacio hacia el
mostrador para los trámites de costumbre. Y una vez finalizados, la despedida
es urgente, desesperada. Aunque se separen por pocos días, ambos se sienten un
tanto abatidos. La chica abraza al muchacho sin querer soltarlo. Él le acaricia
el cabello, la aprieta contra su pecho, la besa. ‘’Tengo que embarcar’’, le
dice. Finalmente, ella lo deja ir. ‘’Te espero. Te vendré a buscar’’, le grita,
a medida que él se aleja despacio.
De regreso al taxi, va cabizbaja,
absorta en sus pensamientos. El chofer le da la última pitada al cigarrillo al
verla venir. Una vez en el auto, la mira y le dice: ‘’Detesto el teatro’’. Ella
lo mira, sin decirle nada. El hombre prosigue: ‘’No hay que exagerar: ni los
besos, ni los arrumacos ni los abrazos. Mucho menos, escúchame bien, mucho
menos las declaraciones’’. Ella bufa. ‘’Es un tonto. Nunca se dará cuenta de
esta mentira. Gran mentira’’. Al tiempo que lo dice, se inclina sobre el chofer
y le lame la oreja, le acaricia el cuello: ‘’Tú eres el único en mi vida, pero
es con este idiota con quien debo casarme. Llévame a casa, por favor’’.
3 comentarios:
Creo que fue Lacan el que dijo que luego de un disgusto entre una pareja sobreviene una reconciliación física lo más pública posible ...el taxista quizá sea Lacaniano ;-)
excelente :)
Excelente
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