La bruma espesa de la
contaminación todo lo envuelve. Sin embargo, ella parece no notarlo. Camina
deprisa por la avenida hasta que divisa al muchacho, que está de espaldas, con
las manos en los bolsillos, en actitud de espera. La bruma impide la
visibilidad, pero ella avanza rápida hacia él, hasta que está tan cerca que le
susurra: ‘’Una ciudad se hace un mundo cuando uno ama a uno de sus habitantes’’.
El muchacho sorprendido se da la vuelta, pero no hay nadie. Solo esa bruma
espesa que todo lo envuelve.
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