Asciende sin prisas hasta el
mirador del cerro. Al llegar, observa la ciudad que pareciera
descansar a sus pies. Cierra los ojos y logra escuchar el eco lejano de aquella
última conversación que sostuvieron años atrás: ‘’Voy a extrañarte’’, dijo, a
lo que él respondió: ‘’No, chiquilla, no me extrañe que
no valgo tanto la pena’’. Abrió los ojos. La ciudad seguía indemne a sus pies,
mas no así ella, que había sucumbido de nuevo a los recuerdos.
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