07 mayo 2010

¿Nos tomamos un café?





Pasa todo el día con un único pensamiento en la cabeza: él. Tiene exactamente 14 días reuniendo el coraje necesario para enfrentarlo y confesarle que le gustan sus ojos café claro donde puede verse reflejada, de sus cejas pobladas que ya muestran algunas canas, de la frondosidad de su barba, de sus chistes malos que a la larga resultan buenos, de su ternura escondida que solo conocen sus gatos, de su estatura abrazable y de su exactísima impuntualidad.

El día transcurre exacto en sus horas y minutos, hasta que se detiene a las 4:00 p.m, momento en el que ella apaga la computadora, se despide de sus compañeros de trabajo y se dirige al ascensor hasta la planta baja.

Cuando sale a la calle, lo divisa parado de espaldas a ella, en la esquina: lleva una camisa beige de mangas cortas y unos pantalones azul marino. Lleva el cabello más corto que la última vez que se vieron. Tiene las manos en los bolsillos y observa distraído a la gente pasar. Ella se acerca lentamente. Cuenta sus pasos, sus respiraciones, los latidos de su corazón; tiene preparadas las frases, todo en orden en su cabeza, pero cuando él se da la vuelta y le sonríe con esa sonrisa tan pícara y tímida a la vez, ella pierde el aplomo y todo por dentro se derrumba por primera vez esa tarde. Va a su encuentro, la besa y saluda con un ''hola'' amigable y tierno. Ella lo observa y escucha atenta. Trata de mantenerse en calma, pero algo dentro de ella ebulle. Quiere abrazarlo, besarlo, decirle que sabe que vale la pena, que intenten algo o todo, pero eso sí: juntos.

Él le cuenta las anécdotas del día, qué hizo, qué no hizo antes de venir a buscarla. Increíblemente para su espíritu naturalmente tímido y reservado, lleva todo el peso de la conversación y habla y habla y vuelve a hablar. Ella lo escucha atenta, aún en ebullición interna; sin embargo, en un punto del monólogo, se oye interrumpirlo: ''Tengo algo que decirte''. Él sonríe y pregunta, como si esperase la revelación de un secreto milenario: ''¿Qué?''. Ella se acerca lo suficiente. Está temblando por dentro, por fuera, perceptible e imperceptiblemente. La respiración se entrecorta y la ansiedad le hace latir con rapidez las sienes. La agonía de los 14 días anteriores a ese encuentro está por terminar. De no sabe dónde, le sale la voz trémula: ''¿Nos tomamos un café?''. Él la mira entre perplejo y divertido y una risotada, que ella recordará por siempre, se le escapa. ´´Estás más que loca´´, dice convulsionado por la risa. ´´Tanto drama para un café´´ y la empuja suavemente para que reinicien la tarde en el punto exacto donde la dejaron.

Lo que queda de ese día transcurre dulce y tranquilo para él, pero para ella nada tiene ya sentido. Un caos interno se instaló en su corazón en el mismo momento en que se dejó vencer por la cobardía. Siente como se va destruyendo poco a poco por dentro, como si un desastre natural de terribles proporciones la asolara. Lo que ella ignora en esta etapa temprana de su vida es que esa sensación no la abandonará jamás y esa pregunta, maldita pregunta salida de no sé sabe dónde, será el eco fantasmal que la atormentará durante años sin término: ´´¿nos tomamos un café…?’’.

6 comentarios:

Paola aka la Gaviota Flashera dijo...

ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy
me retumba adentro a mi tambien...

Daniel Duque dijo...

"de sus chistes malos que a la larga resultan buenos".
jamás me ha pasado, pero me parece una hermosa imagen.
me encantó.
YOU ARE SO ROMANTIC.

Pablo Omar Palmeiro dijo...

Linda historia! Me mustó mucho. Abrazos.

Choppa dijo...

almita 92? Xjy

Eliqueen dijo...

Y luego???? Con esta historia me estaba animando a decirle algo así al chico q me gusta pero ya fue XD jajaja me desanimé jumm
Realmente entiendo a esa chica :(

MagoDehOz Foto dijo...

Hermosa historia. Me ha pasado unas cuantas veces y no solo en el amor. Un dia quizas tu cabeza hace un click y te das cuenta que no sos eterno, que si sos honesto con vos mismo ves que el malestar se acumula, las oportunidades perdidas te hacen agujeros en el alma por donde te escurris. Me viene a la mente ahora el dar "el paso de gigante"; asi le deciamos en buceo al tirarse de parado con las piernas abiertas para entrar al agua. Casi como una metafora del arrojo.