26 noviembre 2021

20 segundos


 

El camión recogedor de la basura pasa puntualmente a las 9:00 pm todas las noches, menos los domingos, que pasa a las 6:00 pm.

Él no siempre saca la basura porque no todos los días tienen tanta; sin embargo, sí se encarga de hacerlo. No delega esa tarea en su mujer. Le enseñó a separar los residuos, los orgánicos de los inorgánicos, el plástico, el vidrio, etc. Juntos han ido a varias charlas de reciclaje, clasificación de la basura y reducción de desechos.

A ella no le interesaba el tema en lo más mínimo, pero él logró convencerla y desde hace ya algún tiempo, se metió de lleno. ¡Quién iba a decir que la basura los mantendría unidos! Pero es así. De todas formas, él se cerciora de que esté toda bien clasificada, antes de dejarla en los contenedores enfrente de su casa.

A las 8:45, él baja con las bolsas de basura. Se detiene en el tercer piso y recoge las de la anciana del 3B, desde que la operaron de la cadera y perdió algo de movilidad. Siempre lo recibe con una sonrisa y le ofrece alguna frase motivadora de calendario. ‘’No me cuesta nada hacerlo’’ le reitera él cada vez.

Eso le consume unos cincos o seis minutos. El resto los baja corriendo para que no pase el camión y a ellos los multen por negligentes, cosa que, por fortuna, no ha pasado nunca.

Hoy triunfó, como siempre, y en tiempo récord. No es la gran cosa, lo sabe, pero cumplir con su rol de buen ciudadano, lo alienta y lo deja tranquilo.

A las 9:00 ve acercarse el camión de la basura, por la misma esquina por la que avanza la vecina del 2A. Se divisan y ella apura el paso. Él, por el contrario, ensaya su pose de distraído y cruza la calle de vuelta al edificio con tanta calma que no se parece en nada al tipo frenético que bajó enloquecido hace menos de cinco minutos atrás.

Tanto él como la vecina se encuentran en la puerta y se saludan con un ‘’buenas noches’’ parco y simple. ¿Qué mas tienen que decirse dos vecinos que se ven esporádicamente cuando coinciden de vez en vez?

Ella se adelanta y enciende la luz automática que les dará 20 segundos para dirigirse a sus respectivos departamentos. Sube las escaleras sin premura, en parte porque va cargada con las bolsas de las compras, y en parte porque está cansada. Debería mudarse a un edificio con ascensor al menos.

Él la sigue a prudencial distancia. Han transcurrido cerca de 10 segundos. En el descansillo entre el primer piso y el segundo, él la toma por el ruedo de la falda, como si de un niño que quiere llamar la atención de su madre se tratara.

Ella se detiene en seco, con la respiración un tanto cortada. Él la abraza por la cintura y le libera la nuca del cabello. ‘’Estoy sudada’’ se queja. ‘’No me importa. Me gustas como estés’’ le responde él con voz ronca.

Los segundos restantes de la luz se vencen. Él desliza la mano derecha por entre los muslos de la mujer. Ella se inclina un poco más hacia él hasta frotarlo con rítmicos movimientos circulares suaves, pero decididos. Se sienten arder de a poco. En un punto, ella se da la vuelta, como puede, y lo besa.

Ese beso largo, húmedo, desesperado, íntimo dura poco, pero lo suficiente como para mantenerlos a ambos en vilo y felices por escasos minutos. ‘’Esta noche tendré insomnio. Deja abierta la puerta de tu departamento. Claro, si quieres que te visite sonámbulo’’ dice en voz baja, al tiempo que ríe.

Ella no puede contenerse y también ríe con esa risa pícara y a la vez tierna que a él le fascina. ‘’Abierta quedará. Este finde estaré libre también. No me toca trabajar. Tal vez puedas escaparte un rato, no sé, tal vez algún otro episodio de insomnio puede afectarte’’ explica ella en susurros. Se separa y vuelve a encender la luz. Se despide con mirada anhelante y sube hasta su departamento. Segundos después él hará lo mismo, antes de que la luz vuelva a apagarse.

Cuando llega a la puerta de su casa, respira hondo y se pasa las manos por el cabello. Ve a su esposa en el sofá, totalmente dormida, con la tele encendida. Se acerca despacio y la besa en la frente. ‘’Mi amor, te quedaste dormida. ¿Vemos una peli juntos? Aún es temprano para irnos a acostar’’. Ella asiente y le hace espacio.

La abraza y ella apoya su cabeza en su hombro. No tarda en quedarse dormida de nuevo. Él va haciendo zapping, mientras mata el tiempo para fingir un nuevo episodio de insomnio.